23.11.09

Melancolía

Es domingo por la mañana. Y es el primer domingo de mayo.
El viernes volví a casa a las 11 de la mañana, ya que no había dormido nada. Probé unos pocos bocados del asado que había hecho César. De tanto tragarme lágrimas, me tragué el nudo también.
Cuando pude estar sola en mi habitación, me acosté, me tapé con la manta y empecé a llorar. Primero desconsoladamente y después, un poco más despacio.
Había algo que tenía Dante que me hacía olvidar que era un licántropo. Una parte de él era tan humana y encantadora que me transportaba a otro lugar. Era algo como mágico.
Y así me convencí que me gustaba. Me caía bien y si algún día intentara sacarme a bailar o, más lejos, darme un beso, no se lo negaría nunca. No estaba enamorada, porque no me lo permitía. Yo soy demasiado frágil e ingenua para sentir el amor.
El viernes terminó con una película para niños con Liam. Al menos él me hace levantar el ánimo.
El sábado se me pasó con tareas escolares, siesta, televisión y computadora. No salí afuera en todo el santo día. Aunque el cielo estaba azul y el sol brillaba, el viento batía intermitente las copas de los árboles más altos. A la noche me llamó Yamila, preguntándome si no quería dormir en su casa, que no había problema y que ella no salía esa noche. Le negué. No es que no quería, directamente no podía… Ella también fue testigo de la noche aquella y me largaría a llorar en cuanto la vea seguro.
Así llegamos a hoy. Son las 9 de la mañana y por la ventana veo unos cuantos compañeros caminar hacia el Victoria. Parece que se sumó un nuevo jugador y dicen que es increíble. Me mandaron un mensaje de texto ayer, que ni siquiera respondí. El hecho de que baile con un chico que se pueda convertir en lobo no significa que disfrute viéndolo jugar brutalmente.
Me voy a jugar con Liam. Tal vez su risa me pueda ayudar a mejorar este humor.
Hoy, sin duda, lo que más necesito es una sonrisa sincera.

Ahora posteo otro así no queda tan corto el día... (:

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