14.12.09

El rayo

Llegué a casa tan emocionada que me olvidé completamente del regalo. Fue antes de bajar para desayunar cuando distinguí el plateado brillante del envoltorio al fondo del bolso. Me senté en la cama para abrirlo. En serio que sentía ansias de saber qué era. ¿Me conocía Dante tanto como para hacerme un buen regalo? Y además, ¿qué clase de regalo era? Él había dicho que no era el tipo de obsequio que le hacían a las quinceañeras… Entonces lo abrí imitando la locura de un nene de 6 años. Una caja blanca contenía el regalo, por supuesto. La contemplé un segundo para adivinar qué clase de cosa habría dentro. No estaba muy pesado. La abrí cuidadosamente, y para mi sorpresa, otra cajita, junto con un papel doblado. Ésta era más chiquitita, roja sangre y de terciopelo barato. Era similar a esas que guardan los anillos de compromiso, o alguna que otra joya importante, pero me limpié la mente antes de ilusionarme. No me aguanté las ganas de saber qué contenía, así que dejé el papel para después.
Un dije, para mi cadenita. Eso era lo que contenía. Pero no era uno común. Éste tenía forma de rayo. Sí, un rayo furioso y feroz, se podría decir. A juzgar por su aspecto, estaba bañado en oro, pero podría ser de plata o bronce. Lo miré un par de segundos. No entendía su función, por eso tomé el papelito y lo abrí a la mitad. “Para que rompas las reglas, así como el rayo rompe la calma del cielo.” Una letra clara, prolija, como de calígrafo, pero obviamente de varón. Me sorprendió la frase, el significado del regalo y el presente en sí. Para que rompas las reglas, pensé por última vez. No me lo debatí dos veces y lo uní junto al dije de 15. Quedaba horroroso, pero me gustaba. Era genial, y me lo había regalado él. Gracias a Dios, con lo nerviosa que estaba Anisa por una nueva propuesta de trabajo en la ciudad, ni siquiera se percató del repentino brillo de mi rostro.
Al llegar a la escuela, Dante estaba ahí, en mi banco. Sonreía tímido, como esperando a ver mi reacción a su regalo. Supongo que atisbó el rayo entre el cuello de la chomba, porque agrandó su sonrisa de oreja a oreja.
- Hola – le saludé, algo incómoda, pero del lado bueno. Tenía un brillo peculiar en sus ojos, como infantil, pero dulce. Tal cual lo despedí ayer.
- Hola – respondió. – Veo que te gustó mi regalo, ¿no?
- Obvio. Nadie hubiera acertado tanto como vos – le apoyé. Su sonrisa brilló más.
Entonces, en ese momento, mi mirada vagó rápidamente por el aula mientras acomodaba mis cosas. Y se encontró con la de Yamila. Fue tan fuerte y material la furia que salía de sus ojos que me estremeció. Era como si me pasara con un rayo y me partiría en dos. La esquivé instantáneamente, con escalofríos por la espalda. Dante se percató de mi cambio.
- ¿Qué pasa?
- Nada… Nada – mentí, para luego arrepentirme. – Es que es algo difícil ir al mismo curso que tu ex mejor amiga – me tomó de la mano, por debajo del banco, y me la apretó cariñosamente, indicando su presencia. No la tenía a Yamila, pero ahora estaba él. No quise retirar la mano por miedo a sentirme insegura sin su calor, sin su apoyo. Fue ahí que entró el profesor y se preparó para irse.
- Sería mejor que no nos vieran juntos – me susurró, lejos del oído pero lo suficientemente fuerte para que le escuchase. – Así como en las películas – sus dientes resplandecieron con el rayo de luz que pasaba la ventana. Le sonreí divertida. Sonaba bien.
La misma rutina de las manos entrelazadas, las miradas misteriosas y el beso en la mejilla se repitió, con mayor intensidad esta vez. No hablamos. Simplemente ocurrió. Y simplemente me sentí desprotegida en cuanto mamá apareció en su auto.
Durante la cena pasó algo importante. Anisa planea firmar con la empresa que quiere contratarla, es decir, la de la ciudad. Me precipité cuando agregó que era posible que la necesiten allá tiempo completo, es decir, durante todo el día y que sería agotador y poco económico vivir entre la ciudad y Villa California, con más de un par de kilómetros de distancia. No me atreví a decirle nada, pero mi opinión era la que importaba, ya que César aún no se decidía y Liam… bueno, es obvio. Yo era la que debía darme de un lado o del otro. Era seguro que papá estaría en desacuerdo ¿Desde cuándo un intendente deja su pueblo natal por el trabajo de su mujer? Entonces, yo debería decirlo. Fue un pico de presión sobre mí que no me dejó pegar un ojo en toda la noche. La idea de dejar Villa California me aterraba, así como que Anisa se deje de hinchar un poco en casa y sea parte de un negocio en serio.
El sábado fue el cumpleaños de la tía Gaby, amiga de la familia, por lo que pasamos la tarde en su quinta a las afueras del pueblo. Sus tres hijas (que tienen entre 19 y 13 años) son increíblemente arrogantes a la hora de socializar con la gente, así como yo, pero en cuestión peor, y eso me hizo pasar la celebración algo incómoda. Sumida en mis pensamientos durante el después de la comida, me acordé de algo. El miércoles Dante cumplía años. Mierda, me lo había olvidado.
Desde el viaje de regreso hasta la hora de cenar del domingo me la debatí entre un par de anteojos de sol (que la desconté de inmediato, ya que él llevaba la virilidad al máximo como para darse un buen gusto en la moda), un libro de Borges (estaba segura que ése sería un buen acierto, porque en una de nuestras conversaciones había mencionado la increíble afición que le tenía a sus obras) y un juego de PC (nunca te equivocarías en eso con un chico de 16 años). Para cuando elegí el libro, para ser más original y demostrarme atenta a sus gustos, ya estaba sentada junto a él, esperando el momento para que el profesor entrase al aula y él se retiraría a su lugar.
- Esta semana cumplís años, ¿no? – pregunté, intentando lucir despreocupada.
- Hmmm… Creo que sí. La verdad no me llevo bien con las fechas – río, aunque se pareció más a un jadeo nervioso. - ¿Hiciste algo de Matemática?
- ¿Vas a hacer alguna reunión? – inquirí, ignorando su cambio de tema.
- No sé, seguramente – a juzgar por la manera en que abría y cerraba sus puños frenéticamente, no le gustaba el tema.
- Ok – di por terminada la conversación, porque ya había entrado el profesor pidiendo orden y no quería incomodarlo más.
La salida fue particularmente más diferente. Me estaba preparando para recibir su beso en la mejilla cuando se acercó y chocó levemente su frente con la mía. Sentí su respiración acompasada sobre mi nariz. Cerré los ojos, imitando su gesto. Parecía como que si quería, o mejor dicho, queríamos, ir más allá, pero algo nos impedía. No, no, más bien nosotros lo hacíamos. No sé, es algo difícil de explicar. Lo único que puedo decir es que fue increíblemente lleno de adrenalina ese momento. Entonces comprendí lo que me explicó tiempo atrás Yamila sobre el momento previo al beso, que es mejor y todo eso. Y la magia nuevamente se apagó en cuanto esquivó sus labios a la piel de mis pómulos y se alejó, sin antes no ofrecerme un nuevo apretón en la mano.
Esa tarde, inquieta, salí de casa con la excusa de ir a ver unos libros que necesitaba para Historia. Me escondí entre los estantes llenos de la biblioteca, en la sección de compras, y tomé el primero que vi, sin antes echarle una ojeada al prólogo. “El hombre de la esquina rosada y otros cuentos de Borges”. Me convenció, aunque me preocupé por el hecho de que pensara que no habría gastado tiempo en él, así como lo hizo al regalarme el dije. Lo llevé escondido hasta casa y lo envolví con un papel liso azul que encontré por ahí. Me resultaba difícil el hecho de tener una relación, o amistad, o como se llame, en secreto.
Por ahora, lo único que deseo es seguir así, sintiéndome libre de hacer lo que quiero, como un rayo. Algo que alcancé gracias a Dante.


Cuakaa!! Es un asco pero al menos tiene pasta (?!)
Jojo, traigo novela... Igual, no sé cuánto tiempo va a durar la inspiración, porque estoy re embroncada (?) con todo un asunto del flog. Amigaa, si te firmo como treinta renglones con contenido (no pura cháchara de "ay, la/lo amo tanto, es perfecto") y gasto MI tiempo en vos, al menos devolvé un "gracias x pasar" corazón, no da para ignorar a los flogs que quieren revivir. Argh! Odio cuando son así de chantas, encima que exigen firmas con contenido sino no devuelven: devolvé querida si te firman como querés, salvo que yo haya interpretado mal el "con contenido". Flogger chanta
¬¬
Wiiiiiiiii, paso a 3º A mi amooooorrrrrrrrrr!!!!!!!!!!!!! Pero ahora a disfrutar de las vacas que sino se pasan volando *_*
Me voy a seguir comentando a otros flogs en serio antes de que saque chispas ;D

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