12.6.11

Después de volver del viaje, dije que iba a vivir cada momento como si fuera el último y de que todo lo que haga, lo haría con una sonrisa. Pasaron un par de semanas y perdí el hábito, pero estoy segura que fueron las dos semanas más felices de mi vida. No me importaba nada y disfrutaba al máximo. ¿Y qué si no salía ese viernes? ¿Y qué si ya teníamos fecha de evaluación? ¿Y qué si Unión seguía en la b? Juro que no había cosa más linda que vivir esos momentos. Ahora realmente los extraño, porque me di cuenta de que en un mínimo instante de mi vida pude ser feliz con lo que tenía, y no añoré nada que me faltara. Pero ahora que ya no sigo esa rutina, me estoy hundiendo en un pozo realmente hondo y oscuro. Quisiera poder tener las fuerzas que ese viaje me dio y poder afrontar lo que me espera sin miedo y sin inseguridades. Porque caí varias veces hasta ahora desde entonces, y no sé si sobrevivo a la próxima caída.
Lo único que pido, Dios, es un nuevo empujoncito para tener una sonrisa en mi cara. Un último arranque para ser feliz.

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Deadly shoot