30.11.09

Ya fue

Definitivamente esta no fue una buena semana. No lo sé, tal vez por el hecho de que me peleé con Yamila (hasta verbalmente, luego lo detallaré), el sol no apareció ni siquiera al amanecer, pero tampoco cayó una gota de agua, Anisa está cada vez más insoportable (hasta peleó con César a los gritos, cosa que nunca hacen) y en la prueba de Historia me fue mal, por no decir pésimo. Para colmo, el lunes es mi cumpleaños. ¡¿Algo más para arruinar?!
Y con Dante… Bueno, mi cabeza estaba muy ocupada con el lío fuera y dentro de mi casa que no me di tiempo para mis sentimientos. Tal vez el hecho de que ya no volteaba en clase para verlo y lanzarle un saludito desde mi asiento, o que se quedaba menos tiempo acompañándome mientras esperaba a Anisa hasta que llegó al punto de no aparecerse el viernes, fueran todos esos los motivos de nuestra reciente “separación”. En serio que me duele, pero si consigo formular palabra, es sólo de queja en estos momentos. ¡Ni siquiera Liam me levanta el ánimo!
Ahora sí, la pelea con Yamila.
El jueves llegué tarde y me sorprendí de no ver los libros de mi (ex) amiga en mi banco. Es más, lancé una mirada al salón y los descubrí en la mesa de Cris Martínez, antigua “compañera” de Yamila, siempre y cuando, acompañando a su dueña, que me dirigió una mirada para nada amistosa. Bufé. Al acercarme a mi asiento, observé que Dante me miraba. Tenía algo en sus ojos. Estaba ¿decepcionado, tal vez? Tocó el timbre por última y tercera vez y el profesor apareció, pidiendo orden en la sala. Me senté pesadamente sobre la silla. Me sentía sola, desprotegida. Siempre me quejaba de Yamila y ahora que no la tenía… Era muy confuso. Ni siquiera me digné a ir a hablar con ella, haciéndole caso a mi estúpida timidez. En el recreo la pasé repasando para Historia, que en vano sirvió porque apenas contesté dos de las cinco preguntas. Estimo que me sacaré un 3 o un 4, nada que ver al 9.50 del último examen. Si me reprueban, que me reprueben. Otra cosa peor no me matará. En fin, cuando tocó el último timbre del jueves, Yamila se me acercó.
- ¿Qué pasa acá? – preguntó, con la cabeza en alto. Egocéntrica, como siempre.
- Estoy guardando mis cosas – respondí a la ligera, sin levantar la mirada de mi mochila.
- Gise… - dijo, dejando escuchar su vocecita de inocente que siempre usa para pedir perdón. – Vamos… -
- ¿Qué querés, Yamila? – quería ir al grano. Miré sus ojos, presionándola a decir la verdad.
- Lo único que quiero es que volvamos a ser amigas – dijo, segura de sí misma.
- ¿Amigas? ¿Eso éramos? –
- ¡Sí! – entonces, en ese momento, divisé unas cuantas miradas clavadas en nosotras. Maldita sea la curiosidad de mis compañeros de curso.
- Lo que hiciste, Yamila… - negué con la cabeza, guardándome bastante.
- Giselle, no tengo la culpa de que estés celosa – lo dijo con tanta prepotencia que le fruncí en el ceño, cerrando los ojos. Quería creerme que no había dicho eso.
- ¿Celosa? ¡¿De qué?! –
- ¡De mí! Soy la única amiga que tenés. Yo tengo muchos amigos, salgo cuando quiero, hago lo quiero y vos… O sea, si querés ser más sociable, ¡selo! ¡No me lo reclames a mí! – escuché mentira en su voz. Yamila estaba segura de que esa no era la razón de la tensión que había entre nosotras dos. Ella sabía muy bien que yo no me enojo por esas cosas.
- ¿Sabés qué, Yamila? – debí esquivar mi mirada a otro lado para no enviarle una furiosa, que podría matarla con sólo verla. – Si para vos estoy celosa, lo estoy. Si para mí es otra cosa, lo es. Pero una cosa queda clara: YA FUE – y me alejé con toda la seguridad que mi alma me podía brindar. Salí tan liviana del salón, como si me hubiese sacado un peso de encima.
Llegando a las puertas de salida, Dante me miró de nuevo, con los brazos cruzados sobre el pecho y negando con la cabeza, también decepcionado. Se fue. ¿Y ahora que había hecho?
Definitivamente, no fue una buena semana… Y menos lo será siendo mañana, lunes 1º de junio, mi cumpleaños de 15.

Waaaa... Atacazo artístico!! Estoy derrochando capítulos :D

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